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¡La partida doble está de fiesta!

Como casi todo en esta vida, la contabilidad, esa herramienta tan útil para muchos y tan odiada para otros, también tiene su día de celebración, concretamente el próximo 10 de noviembre, día en el que el franciscano Fray Luca Pacioli publicó en el año 1494 su obra "Summa de Arithmetica, Geometria, Proportionati Et Proportionalita" obra en la que se asientan las bases sobre el concepto de partida doble.

La contabilidad, ha sido utilizada desde muchos años atrás. El primer antecedente al respecto es una tabilla de barro de origen sumerio en Mesopotamia, datada cerca del 6.000 a.C.; igualmente, se tiene constancia de que las civilizaciones clásicas ya se servían de ella para “anotar” el comercio que llevaban a cabo, y controlar sus bienes, derechos y obligaciones. Durante la edad media, la contabilidad pasó a ser prácticamente exclusiva de los señores feudales. En Italia, en torno al siglo VIII, en ciudades como Florencia, Venecia y Génova, se utilizaba ya la partida doble en una forma muy parecida al uso actual. Pero es en el Renacimiento cuando la contabilidad tuvo numerosos cambios llegando la partida doble tal y como se conoce en la actualidad. Desde entonces, hasta nuestros días, numerosas han sido las modificaciones, adaptaciones y normativa en torno a la contabilidad, tanto a nivel español como europeo e internacional, siempre con el espíritu de ofrecer la mayor y mejor información posible a través de ella.

Pero ¿qué es la contabilidad? ¿para qué sirve? Según la AECA (Asociación Española de Contabilidad y Administración de Empresas), la contabilidad, es una herramienta empresarial que permite el registro y control sistemático de todas las operaciones que se realizan en la empresa. Si bien, en la práctica no existe un criterio concreto y exacto acerca de su definición, lo que es incuestionable son sus cualidades; la contabilidad es la base sobre la que se fundamentan las decisiones del órgano gestor o de gobierno de cada compañía, y, por tanto, las decisiones financieras. 

La contabilidad es una codificación de hechos económicos con un lenguaje propio que permite resumir las actividades financieras de forma útil para la toma de decisiones, pudiendo clasificarse en dos grandes grupos, financiera (externa), que recoge la información que se muestra a terceros acerca de su posición financiera, rentabilidad o liquidez; y de costes (interna) que estudia las relaciones entre coste–beneficio– volumen de producción, el grado de eficiencia y productividad, y permite la planificación y el control de la producción, la toma de decisiones sobre precios, los presupuestos y la política del capital. 

Sin embargo, esto que parece tan obvio y que resulta fácilmente comprensible de una simple lectura, tiene su cara B, y es que, en el día a día, en el tejido empresarial español formado en un porcentaje muy alto por pymes y micropymes, son muchos los empresarios que por tener que estar atentos a otras facetas del negocio no prestan la atención ni el cuidado que la contabilidad necesita. Nos enfrascamos en multitud de tareas que relegan a la contabilidad al último eslabón de la cadena, o a veces, ni eso. Pero la contabilidad no debe verse como una mera obligación mercantil sino, como una oportunidad para conocer de primera mano la situación en la que se encuentra mi negocio dado que me permite tomar decisiones sobre el futuro de mi compañía.

Por tanto, vamos a darle a la contabilidad el sitio que merece, vamos a cuidarla y a exprimirla al máximo, y así obtener el mayor rendimiento posible de ella, sin olvidar, por supuesto, que se debe cumplir con los requerimientos mercantiles que obligan a su llevanza.

Si logramos que esto pase, el 10 de noviembre será un ¡día de fiesta!

 

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Ana López